El fin de los bancos es, con la bendición de las Iglesias Católica y Protestante: sacar la máxima rentabilidad dineraria a cada ciudadano, empresa o gobierno mediante la concesión de créditos.
El negocio, por un lado está, en el beneficio que generan los intereses de la deuda; y por otro, las dificultades de su pago para incrementar el interés de la deuda (refinanciación, desahucio más dación de pago…
La pugna de cada banco, por alcanzar mayores cuotas de mercado, les obliga a estar en constante competencia por ofrecer productos financieros que aumenten su rentabilidad, a fin de atraer a más accionistas.
Competencia financiera, ejercida en forma de presión publicitaria sobre la sociedad, ayuntamientos y gobiernos, con modelos de consumo a imitar. De modo que los deseos de compra o inversión se realicen mediante créditos, por falta de alternativas no dependientes de la usura.
Para que nadie escape a la dependencia de las entidades financieras, son necesarias mantener dos realidades:
3- Carestía o necesidad planificada: Que cada persona, empresa o gobierno, viva en un marco constitucional o legislativo que lo desampare de sus necesidades de vivienda, infraestructura o liquidez. A fin de que todas las instituciones y cada ciudadano, vivan bajo presión de quedar desfasados o en la indigencia. Y no tenga otra vía, que la obligación de pedir créditos para cubrir sus necesidades: vivienda, empresas o infraestructuras…
4- Frustración o insatisfacción planificada: Se trata de crear artificialmente nuevos deseos, mediante la propaganda, publicidad y modelos conductuales. Incentivando un incremento del consumo de bienes y productos. Al tiempo que se crean nuevas necesidades, se crea la insatisfacción con lo que se tiene, para comprar lo nuevo. El sistema que rige la moda, se aplica a todos los productos. Se pide crédito para cada nuevo modelo de consumo: coche, chalet, viaje, reforma…o autopistas, aeropuertos, rascacielos, AVE, urbanizaciones, ciudades deportivas…
Al final de nuestros días hemos entregado de forma directa, más de la mitad del salario al banco, y el resto, indirectamente se ha ido en impuestos para pagar la deuda del Estado con los bancos.
La autosuficiencia económica de los ciudadanos y los Estados, significaría la ruina de los bancos.
Es fácil entender, porque cada cierto tiempo estalla una crisis: la banca quiere recoger beneficios, arruinando a todo el mundo para apropiarse de todo, comprando a bajo precio y empezar de nuevo, con un nuevo ciclo de créditos para tener a la sociedad siempre postrada a sus pies.
Una crisis de ingresos del hipotecado sirve para que el banco, no solo se quede con todas las mensualidades abonadas hasta el momento, también con el inmueble y la diferencia de tasación.
Con la reforma mafiosa de la Constitución: Toda dificultad en pagar los créditos de las instituciones, es aprovechada por los bancos en incrementar sus intereses y beneficios, privatizando las empresas del Estado y los servicios ciudadanos.
Quieren que salgamos de la crisis con los consejos de los mismos, que están interesados en mantenerla: Desde los banqueros y accionistas, los gobernantes que invierten en bolsa, hasta los inversores de las iglesias ricas, que además, salen fortalecidas con la beneficencia a los pobres.
Frente a esto, solo podemos luchar sacando nuestros ahorros del banco, y dándonos de baja por escrito, de una iglesia rica que siempre pone por encima, el amor al dinero, al amor a prójimo. Hagan juego…
Un obrero de iglesia pobre.