Parece ser que la potente reacción de Margallo alberga otras intenciones, desvíar la atención mediatica en el pais, digamos Barcenas.
El pasado jueves, 1 de agosto, y, momentos antes de que se iniciara el segundo turno de Rajoy (en el que, sin límite de tiempo, este contestaría al primer turno de los portavoces de la oposición) en el Senado, donde el presidente del Gobierno comparecía para explicarse sobre el tema de los sobres, un micro accidentalmente abierto captó accidentalmente un fragmento de una inquietante conversación que mantenían, en los pasillos, el presidente del gobierno, Mariano Rajoy y la ministra de trabajo, Fátima Bañez.
En la grabación, puede escucharse a Rajoy quejándose, en primer lugar, de sus relaciones de pareja: “esto es que no lo aguanta nadie, oye, llevamos meses ya durmiendo separados…” (lo cual se interpreta como un baremo de la extrema tensión que se está viviendo en la Moncloa, como consecuencia de las dificultades por las que atraviesa el Partido Popular). Pero, lo que viene a continuación, resulta inquietante: “…este año no hay fútbol, ni juegos olímpicos (están las piscinas esas, pero son catalanas…), creo que no hay más remedio que echar mano de un recurso extremo…”. “¿Un recurso extremo? ¿Cómo cuál?”, pregunta la ministra. “El recurso Malvinas, naturalmente”. “¿A qué te refieres?”, responde la ministra, que sigue sin enterarse. “No sé, Ceuta, Melilla, El Peñón, las Islas Perejil… Que lo decidan los asesores…”.
Curiosamente se ha producido lo de Marruecos, Cuba y Gibraltar.
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