Los socios son los nuevos indignados
Los llamados pijos nunca hablan de pijos sino de «gente bien». Y si afinamos aún más de gentebiendetodalavida. Se dice así, sin respirar, para diferenciar el viejo dinero (incluso el que ya no se tiene) de los réditos del ladrillazo y las mercerías devenidas multinacional. Esos se llaman nuevos ricos o señores con mucho mérito. Todo depende de la relación familiar que se establezca. Por ejemplo: «Mi consuegro es un señor con mucho mérito».
El pasado domingo en Embassy, el salón de té de referencia de la gente bien -y de cualquiera al que le guste el Bloody Mary bien hecho y los sanwichitos de pollo y pepino-, se respiraba un temor cerval. «Y si gana Carmena...», suspiraba una dama mientras fantaseaba con la idea de coserse los brillantes al forro del visón para huir a Biarritz.
Su nieto, currito de 15 horas diarias en un banco, trataba de razonar con ella: «En Francia el impuesto de Patrimonio es muy alto por eso todos los ricos están en Londres».
Tensión en el hoyo 9
La preocupación en aquella tarde electoral no estaba sin embargo, en los merendantes de Embassy sino en la salida del hoyo nueve del golf del Club de Campo de la Villa de Madrid.
-¿Has leído el programa de Carmena? Dice que va a convertir este campo en una granja.
-Qué desastre.
El clac seco de la madera.
-¡Buen golpe!
La pelota estaba en el aire.
Al día siguiente, se cumplieron los peores temores de los golfistas. Manuela Carmena sería la futura alcaldesa de Madrid.
Los teléfonos de la gente bien empezaron a vibrar con los mensajes sobre la apertura al público del Club de Campo de la Villa de Madrid, cuya propiedad se reparte el ayuntamiento (51%), Patrimonio del Estado (24,5%) y la Real Sociedad Hípica Española (24,5%).
El montaje más repetido mostraba a una gallina paseándose por ungreen. Se leía: el Nuevo Club de Campo. «Desde el lunes por la mañana hemos recibido miles de llamadas de socios para que les devolvamos las cuotas. Dicen que si el golf se transforma en una granja escuela, ellos quieren su dinero», deslizan fuentes del club.
Los nuevo socios se mostraban indignados. Llevaban más de 20 años en una lista de espera.
-¡Esto es igual igual (sic.) que Doctor Zhivago! Si el golf es un deporte muy democrático.
Pero no solo se trata del golf. ¿Y las clases de salto de mi cuñada?, se preguntará la Reina Letizia en Zarzuela.
El programa de Ahora Madrid, la formación de Manuela Carmena lo deja muy claro. [La sintaxis -desastrosa por cierto- es textual]: «Que el actual Club de Campo Villa de Madrid S. A. se convierta en parque público abierto a todos (como la Casa de Campo). Para financiar su mantenimiento y no cargar las arcas municipales, determinadas instalaciones -piscina, etc- tendrán precios populares.
La zona de hostelería sería una Escuela Pública de Hostelería (con restaurante para prácticas y algo de autofinanciación).
El inmenso campo de golf se convertirá en Escuela-Granja Pública. Se financiaría en parte vendiendo sus productos a coste a Residencias Públicas de Mayores, Colegios Públicos».
Nada dicen de la economía de los centros de la tercera si los productos -organic seguro- del nuevo latifundio municipal son caros.
La formación de Manuela Carmena ratificaba ayer sus intenciones respecto a las instalaciones que ocupan más de 200 hectáreas: «Para Ahora Madrid ampliar el uso del Club de Campo al ciudadano de a pie, usado históricamente por la aristocracia no es un plan urgente, pero sí algo que se llevará a cabo. Primero debemos estudiar la situación jurídica y económica del Club, que, como es conocida, no es muy buena».
Más beneficios, menos privilegios
Alfonso Segovia es el gerente del Club de Campo de la Villa de Madrid desde hace tres años. Ayer por la mañana, acompañó al equipo de Hockey del club, flamante campeón de la liga femenina, a una recepción con la alcaldesa saliente, Ana Botella.
«En el último año, hemos logrado tres millones de beneficios. Cuando llegué, se debían varios millones en concepto de IBI atrasado pero nos pusimos al día». Respecto al uso aristocrático de las instalaciones es tajante. «Cuando llegué, se retiraron todos los privilegios a aquellos que usaban las instalaciones sin pagar [futbolistas, periodistas afines, políticos...] y en los últimos tres años -previo pago de 3.000 euros a fondo perdido y 730 euros de cuota de mantenimiento anual-, hemos admitido a 3.000 abonados y a sus familias. También hemos abierto al público las escuelas deportivas. De hecho, muchos antiguos socios se quejan de que hemos abierto demasiado el acceso. Entre semana, cualquier persona puede jugar al tenis por 14,80 euros».
Segovia insiste en hablar de abonados «porque no se trata de una acción que se pueda traspasar como en otros clubes».
Ahora Madrid se muestra suspicaz: «Dentro del convenio firmado hay cosas extrañas». En particular, el partido de Carmena sospecha del abono por parte del Consistorio de cuatro millones por el uso del estanque de tormentas situado en el complejo. «Se trata de los daños que se causaron al club durante el tiempo que se estuvo construyendo el estanque», explica Segovia.
El futuro del Club de Campo de la Villa de Madrid parece incierto si bien, en la época de Álvarez del Manzano, se renovó la concesión del ayuntamiento hasta 2025. «No hay que olvidar que aquí trabajan 250 personas», insiste el gerente. ¿Sabrán arar?
Las señoras bien también saben indignarse: «Ya no vuelvo a Prada. Una de las jefas de la tienda me dijo que iba a votar a Carmena».