Hay en mi pueblo un bar de tapas al que suelo ir y soy amiga de los dueños. Ella es genial y siempre está de broma. Un día me di cuenta de que tenía puesto un San Pancracio encima de una estantería, con su perejil y todo. Pero resulta que, en vez de ponerle una ramita colgando del brazo, lo que había hecho es poner al lado de la figura del santo un botecito de perejil seco, de ésos que venden en los supermercados en el sitio de las especias. Le pregunté que por qué hacía eso, y me dijo que para no tener que estar cambiándole la ramita a cada pocos días.
¡Es que tiene "to'l arte", la tía!